lunes, 19 de octubre de 2009

Colección de instantáneas citadinas presenta: historias de limosneros



Una tarde-noche cualquiera, en una calle cercana a un metro, una mujer de aproximadamente 65 años que porta una bolsa de mandado, extiende la mano y dice:
--¿Me completa para mi camión?
Hombre de cuarentaytantos abre el monedero que pende de su cinturón y le da algunas monedas, “es todo mi cambio, dice”.
Siguiente tarde-noche, misma calle, misma mujer
--¿Me completa para mi camión?
--¿No es la misma de ayer?—pregunta la acompañante del mismo hombre
--Es que quiere comprarlo…

***

“Vengo a cantarles una canción y espero que sea de su agrado”, dice la rubia platinada de cabello reseco, quizá por el tinte constante, viste de un atuendo de mezclilla, playera y chaleco. Grita una canción popular.
“Mi esposo se mató en un accidente motocicleta y tengo una hija chiquita, canto porque no quiero vender mi cuerpo y por eso vendo mi voz, espero que la canción haya sido de su agrado. Si alguien gusta cooperar conmigo…”
--Dale algo, piensa que puede ser tu hermana—dice la mujer de la pareja que come en la fonda
--No, mi hermana, sí vendía su cuerpo—

1 comentarios:

AteloiVLeon dijo...

Nadie se imagina la vida ajena... Saludos!

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