miércoles, 23 de diciembre de 2009

La bruja y el príncipe

Nada le molestaba más a la bruja, que ver al príncipe cortejando princesas. ¿qué acaso no se daba cuenta? sosas,simples, absurdas... pero eso sí: muy hermosas.
Alguna vez pensó que la manera dar batalla, era aplicarse a sí misma un hechizo que la hiciera hermosa. Resultó un rotundo fracaso: una mujer bella que además fuera inteligente, divertida, compleja y culta era casi insoportable y absolutamente intimidante.
Ni modo. A mirar desde la oscuridad durante los bailes de palacio, tratando de entender cuántos minutos de ventaja le lleva la belleza a la inteligencia.
Sin embargo, esta estrategia de observación pronto produjo un resultado inesperado. Un día la bruja tuvo una extraña revelación: al final del baile, el Príncipe - casi siempre confundido-corria a pedirle un consejo, un hechizo de amor, una plática franca que desentrañara los mensajes cruzados, las señales contradictorias de la conquista.
¿Quién necesita conjuros o magia si tiene la posibilidad de influir en la conciencia de un hombre? Cuando tuvo frente a sí este pensamiento, la bruja sonrió, encendió un cigarro y se recargó contra la pared... Sí, a veces las brujas encuentran sus finales felices de maneras muy, pero muy extrañas....
Autoría de Norma Loeza, de mis primeros acercamientos con la ironía, alguien que merece toda una entrada, pero de quien ya les he dado algunas referencias.

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