"Todo dueño se parece a su perro"
El Chivo, Amores Perros
Era el único al cual no le importaba el frío de 23 de diciembre y deseaba salir a jugar pelota con los niños en la banqueta. Yo quería a uno de los cachorros dormidos encimados uno sobre otro bajo su cobija, pero mi papá declaró: "El inquieto que se ve sano".
Así llegó, nadie sabe quién encontró a quién. Parecía que esas vacaciones no habría guardián para la casa ni para mi independencia hogareña luego de un atraco. Un 23 de diciembre cerca de las 23:00hrs. hubo que improvisar: comprar comida, platos y conseguir una "cama". El corazón nos latía igual de fuerte, a él por el miedo y a mí por la emoción.
La mañana siguiente hubo prueba de fuego. En víspera de Nochebuena este anticuario que ha sido mi casa por 21 años y que, espero pronto, se convierta en "casa de mis papás", necesitaba la limpieza urgente. Bienvenida a la responsabilidad, no todo era correr juntos y aventar varitas en el parque.
El trabajo arduo de la educación continuó con el tiempo. La constancia apremió. Camilo se convirtió en el compañero de caminatas y soledades. Es la potencia de todas las características de la familia Torres. Es temperamental, berrinchudo, celoso y retador de la autoridad; pero también aprendió a respetar todos y cada uno de los objetos del anticuario y se queda libre en él sin nada que lamentar; es el primero en intentar secar las lágrimas, el primero en hacer sentir su apoyo en coyunturas difíciles; es protector en las calles; coquetea con las hembras de cualquier especie y desconfía de los hombres; no pelea con los perros pequeños, pero quiere dominar cualquier manada de su tamaño; permite a los niños picarle la nariz, meterle las manos al hocico, abrazarlo hasta acalorarse [alguno de los dos]. Su piel es tan delicada con el sol como la nuestra, caminar en el sol le allaga las patas y tiene los ojos claros de la familia.
Ama los largos paseos y ya se puede disfrutar de su compañía, comprende si por razones metereológicas no puede salir y se resigna a satisfacer necesidades en el patio de servicio. Es muy feliz acompañado y duerme con mayor tranquilidad cuando estamos juntos. Sus ojos se ponen rojos a las 9:00pm y no le gustan los extraños en el edificio. Es metrosexual y colecciona paliacates.
También, gruñe a los indigentes. No le gustan mucho los hippies, le molesta la suciedad y talla fuertemente su lengua sobre nuestras extremidades cuando la calle les quita su pulcritud. Tiene el respeto del alejamiento para los discapacitados adultos y, no importa cuánto lo intentemos, no quiere acercarse a saludar. A menos que, como a un niño, lo obliguemos.
Ese es Camilo Torres, el otro integrante de la familia que, a pesar de ser tocayo, no tiene nada de comunista. Va a hospital particular y nos ha tenido llorando en una sala de espera en la misma acción de un diagnóstico favorable.
Ese es mi eterno compañero de caminatas y de soledades, el que por sabio calla y tiene los gestos necesarios con la mirada precisa. Aquel que no haya tenido un perro de su vida participante, absténgase de querer entender.
1 comentarios:
Uffff! Me recuerda millones a mi Ol, tan loca, tan celosa, temperamental y llorona. Mi muchacha es zorrita, a todos se les quiere acercar pero a ella si le vca bien en el amor...
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