jueves, 1 de abril de 2010

Enfermar de no escribir

Enfermé de la garganta, tengo algunas hipótesis a partir de ello: la primera y más científica dicta que son los cambios de primavera a frente frío en el mismo día; la segunda, es que el ocio, como siempre lo aseguro, me mata, no es que no tenga nada por hacer, pero se terminó la rutina y sobrevienen todos los males; la tercera, es la metafísica, y esa, perteneciente a mi amiga Ross diría que es por lo no expresado.

Todas se pueden acercar a la realidad, pero la tercera me pega últimamente. Cada vez escribo menos. La escuela, el servicio, los empleos: proyectos que amo, no me malinterpreten, me han alejado de uno de los sueños más importantes que tenía para el fin de la universidad: mi primer libro. Cuando la inspiración llega, está opacada por las 250 cosas por hacer en el día. Terrible.

Eran combo: tesis y mi Terminología de lo Cotidiano, ¿les conté ya sobre ello? Bien, eso irá en la introducción. No he tenido textos nuevos en muchísimo tiempo. Es curioso, porque últimamente mi vida es más ajetreada y tendría más cosas por contar. Quizá es que eso pertenece al ámbito de lo “inpublicable” bajo mi nombre. En otra ocasión, con seudónimo quizá cuando no me falte la sensatez.

Incluso miren lo mucho que he abandonado este blog. Habrá que organizarse mejor y priorizar. Sacrificar lo infructuoso y entregarse a lo importante y lo urgente por igual. Les prometo que entre eso está este espacio.
Pronto, someteré a su escrutinio lo que el maestro del género podría llamar "poetazos"

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