La competencia que empieza

Sábado a medio día mientras comía antes de editar larga entrevista:

[suena el teléfono]

-- Hola, buscamos a la Srita. Mariana Torres

--Ella habla

--Hablamos del periódico Excélsior para recordarle que este lunes se estrena Las Aparicio [se rompe el silencio con la entrada del huapango que es el leit motive de la serie televisiva]

--Gracias, ya lo tenía contemplado

Mientras muchos discutimos y dedicamos arduas horas de pensamiento al fomento de la competencia desde la legislación de los medios, la competencia por las audiencias empieza hoy.

Vámonos entendiendo

Hubo un tiempo en que Televisión Azteca, ya como televisora comercial y propiedad de Ricardo Salinas Pliego, deseaba entrar al mercado de las audiencias y parecía pretender convertirse en una televisora real, no sólo otro más de los negocios de un empresario. En aquel entonces, su apuesta era por el contenido de programas innovadores dentro de la televisión mexicana.

En los incios, se abrieron las puertas para los noticiarios de entretenimiento, como lo fue El medio del espectáculo y nació el padre de los programas de rumores de la farándula: Ventaneando. Aunado al nacimiento de estos espacios, entró la producción de Argos, la casa productora que realizó varios proyectos con Azteca; entre esos, Sorpresa sorpresa y, lo más exitoso, las telenovelas que marcaron época en el país: Con toda el alma, Mirada de Mujer, Nada personal, La vida en el espejo, conforman la larga lista de historias del horario estelar.

Entonces parecía una televisora muy fuerte en materia de contenidos para los horarios de media tarde (los más importantes porque suelen ser los de mayor audiencia, dado que se trata del horario después del trabajo). Patricia Chapoy era seguida de la producción juvenil de Antulio Jiménez Pons y para competir en el triple A: Argos.

Las producciones de Epigmenio Ibarra solían ser de equipos nutridos, actores desperdiciados por sus "casas" tradicionales, el resurgimiento de Armando Manzanero e historias que si bien, eran un melodrama, los detalles solían darle realidad y credibilidad a las historias.

Ese fue uno de los grandes aciertos de Mirada de Mujer, Angélica Aragón quien rebasaba el estándar de una protagonista promedio, dio a las mujeres un modelo con el cuál podían sentirse identificadas más fácilmente; Ari Telch, por su parte, era el joven apuesto, idealista y arrebatado. Un amante perfecto desde la comodidad de su hogar.

En materia de la producción, Argos apostó por abrir la intimidad de sus protagonistas, las tomas hacían sentir al televidente como a un niño que se asoma a la ventana del vecino. Apelaron a la curiosidad de mirar lo que no debiera importarnos, cuando estamos tras el respaldo de una pared, una columna o un mueble.

Ignoro la razón por la cuál Argos emigró a trabajar con Telemundo y rompió su relación laboral con Salinas Pliego, pero desde su partida, Televisión Azteca no ha tenido un gran éxito en telenovelas, quizás sólo Amor en custodia. Puede ser un cambio de hábitos en las audiencias, que incluso toda la televisión esté en crisis porque cada vez las nuevas generaciones la veamos menos.

Lo cierto aquí es lo siguiente: Ya una vez Epigmenio Ibarra luchó contra el monopolio de la televisión y logró que un competidor en ciernes tuviera su propia audiencia, aunque después no supiera qué hacer con ella. Hoy Cadena Tres, el canal que conforma el multimedios de Grupo Imagen y Excélsior, propiedad de Olegario Vázquez Raña, le da la oportunidad a Argos de volver y hacer lo que mejor sabe: televisión de entretenimiento inteligente.

Si yo fuera Televisa y TV Azteca, tendría miedo.

P.D. De cualquier manera, la idea de la iniciativa de Ley de Telecomunicaciones y Contenidos Audiovisuales, propuesta por Javier Corral, es abrir el espectro para más competidores, no podemos perder de vista su importancia y la expectativa que tenemos para su aprobación.