Es un atractivo que rebasa una cara o cuerpo catalogados en el imaginario colectivo como “bonito”. Libre de espejos y superficialidades. La única belleza sin ataduras a las leyes físicas del tiempo. De ademanes interesantes, miradas profundas, verbo inteligente y comportamiento amable. Imposible de demostrar en el positivismo de una fotografía para someterla al escrutinio social.
Encontrarse con ella es como un libro cuya pasta resulta irrelevante frente a las reflexiones profundas y aleccionadoras que contiene. Un estuche atractivo por auténtico, pero relegado ante lo deslumbrante de su contenido.
Es el estilo que sólo da el bagaje cultural.
La belleza del intelecto escapa a las verbalizaciones comunes del lenguaje coloquial. Indefinible del todo, pero real y absoluta.
Acompaña a quien la posee como un estilo de comportamiento: la sabiduría de reírse de sí mismo; los comentarios oportunamente expresados. Construcciones tan complicadas como lo explicado y, al mismo tiempo, tan precisas que facilitan el entendimiento. Implica la humildad de quien no espera el elogio ajeno a pesar de, quizá, merecerlo.
“La estupidez no es atractiva” dijo un crítico de teatro que recalca una característica: a los ojos de quienes comparten la condición, la mirada se apunta en un blanco estudiado más allá de la elementalidad.
Encontrarse con ella es como un libro cuya pasta resulta irrelevante frente a las reflexiones profundas y aleccionadoras que contiene. Un estuche atractivo por auténtico, pero relegado ante lo deslumbrante de su contenido.
Es el estilo que sólo da el bagaje cultural.
La belleza del intelecto escapa a las verbalizaciones comunes del lenguaje coloquial. Indefinible del todo, pero real y absoluta.
Acompaña a quien la posee como un estilo de comportamiento: la sabiduría de reírse de sí mismo; los comentarios oportunamente expresados. Construcciones tan complicadas como lo explicado y, al mismo tiempo, tan precisas que facilitan el entendimiento. Implica la humildad de quien no espera el elogio ajeno a pesar de, quizá, merecerlo.
“La estupidez no es atractiva” dijo un crítico de teatro que recalca una característica: a los ojos de quienes comparten la condición, la mirada se apunta en un blanco estudiado más allá de la elementalidad.
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