Por decencia digital, no es mi estilo quemar a la gente. Me parece que al que obra mal se le pudre el tamal, que el Karma los alcanza, etcétera, y en general no creo que merezcan tener la huella de por vida en Google, pero haré una excepción porque cualquiera de ustedes podría estar tan desesperado como una vez estuve con mi perrita y aceptar el servicio de cualquier entrenador de perros.
Entonces, como dicta el manual de supervivencia del conectado, antes de aceptar cualquier servicio de Julio Cohen o de quien sea, por favor NO DEJEN DE GOOGLEARLO.
Acompáñenme a ver esta triste historia...
Hace algunos meses, me recomendaron a Julio Cohen para entrenar a mi perrita. Yo estaba realmente desesperada porque adopté una perrita con serios problemas de adaptación y comportamiento (ahora sé que propios de ser bebé y pasar de la calle y luchar por su comida, a ser amada por su belleza sin esfuerzo. En fin).
Le llamé y muy elocuente me explicó que mi perrita necesitaba un entrenamiento básico de obediencia para sentirse útil en nuestra manada y entender lo que necesitábamos de ella. Una explicación muy razonable. Me ofreció un paquete de 8 clases por 5 mil pesos por adelantado o 7 mil pesos si le pagaba con tarjeta a tres meses sin intereses. Acepté el paquete de 5 mil pesos porque me pareció un buen ahorro.
Le dio la primera clase a mi perrita: me convenció de ser un buen entrenador y me dio buenos tips. Además, ciertamente la perrita estaba feliz de saber qué se buscaba de ella. Estaba convencida de haber hecho lo correcto. Ese mismo día, me ofreció un segundo paquete de otras 8 clases por 2 mil 500 pesos más. Le dije que lo pensaría y tomaría una decisión según el avance de los alumn@s (la perrita y nosotr@s, su familia).
Dos días después me buscó desesperadamente porque necesitaba dinero y me ofreció el mismo ofertón de 8 clases más, pero por mil 500 pesos si le depositaba en ese momento. Realmente me pareció una buena oportunidad y acepté.
Seguimos con el entrenamiento de mi perrita pero empecé a notar comportamientos irresponsables: por ejemplo, después de dejarme plantada para la clase, me enviaba un mensaje, varias horas después, diciendo que se había sentido mal y no iría al entrenamiento (obviamente).
La semana siguiente me comentó que estaba enfermo y el doctor le indicó reposo, pero que ya tenía un collar para seguir entrenando a mi perrita y que si se lo podía pagar en depósito (otros 270 pesos más, de todo esto, tengo los tickets de depósito y las conversaciones en WhatsApp). Me aseguró que nos veríamos la siguiente semana.
La siguiente semana le llamé para confirmar y dejó de contestar el teléfono. Le marqué de otro teléfono; contestaba sin hablar. Probé de un tercer número y contestó; le pedí que tuviera respeto por el tiempo de todos, y tuviera la decencia de avisar si iría o no a la clase porque para cuando contestó (ya me había dejado plantada, una vez más). Se hizo el ofendido y dijo que sí entrenaría a mi perrita la siguiente semana.
El plazo llegó, me escribió por WhatsApp que dejaría de entrenar a mi perrita y que me reembolsaría todas las clases que no le dio (y el collar, que tampoco me entregó). Pero de eso hace más de tres meses. Y ahora simplemente dejó de contestarme el teléfono y WhatsApp.
Julio no es mal entrenador. Tampoco tenía reputación en Internet (buena o mala). Incluso parece que es entrenador de perros de guardia, según vi en su perfil público de Facebook. No tengo elementos para saber si es un patrón de comportamiento o pasa por un mal momento, pero esta es mi historia y simplemente ha desaparecido sin regresarme el dinero de las clases que no le dio a mi perrita.
He pensado mucho antes de publicar esto, porque, además de todo, sabe dónde vivo y conoce mi rutina, lo cual me pone muy vulnerable ante una represalia. Pero esto es más bien una advertencia para sus futuros clientes: si deciden contratarlo, por favor BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA LE PAGUEN POR ADELANTADO.